¿Es imprescindible tener un coche en propiedad? Ésta es una pregunta que seguramente habrá pasado por la cabeza de algunos a la hora de debatirse entre comprar un coche o bien decidirse por el alquiler. Y es que hay vida más allá de la compra.

Cada usuario deberá evaluar qué opción le conviene más y hacer números teniendo en cuenta sus necesidades. Con el alquiler se puede seleccionar el coche, kilómetros y combustible que usaremos según el uso que se le dé al coche. Aunque, en buena medida, serán los kilómetros al año que se deba recorrer los que determinen si comprar o alquilar. Si se hacen muchos kilómetros al año puede que convenga más a largo plazo comprar un coche, ya que así se amortiza más años.

Pero es un hecho que cada vez son más los jóvenes que se decantan por alquilar un coche cuando lo necesitan para un viaje o por negocios y están pendientes de las ofertas y precios competitivos que ofrecen las compañías, por ejemplo Pepecar, que además puede proporcionar la cobertura íntegra del vehículo. Y es que, una de las principales ventajas del alquiler es que el usuario puede despreocuparse de gastos que se deriven del uso del coche como posibles arreglos, ITV, gastos de mantenimiento y revisiones, cuota de plaza de aparcamiento o garaje, etc. Y es que el precio real de un vehículo no es precio de concesionario.

Últimamente muchos están optando por alquilarlo a medio o largo plazo con opción a compra, lo que se conoce como renting. Con esta opción el usuario paga una cantidad fija mensual que incluye todos los servicios necesarios. El vehículo pertenece a la empresa y el cliente tiene derecho a usarlo durante el tiempo que establezca el contrato sin preocuparse por gastos de mantenimiento o gestión como el cambio de neumáticos, ITV, impuesto de matriculación, etc.  Aunque esta opción suele ser más utilizada por empresas o profesionales autónomos, muchos clientes se decantan por el renting y así poder estrenar coche cada cinco años. Además, el uso del renting tiene ventajas fiscales para los trabajadores autónomos y sociedades por ser considerado un gasto que posteriormente se resta de los ingresos. Mientras que para los particulares la principal ventaja es que podrán despreocuparse de todas las gestiones señaladas anteriormente.

La clave del renting es contratar el número de kilómetros que mejor se ajuste a lo que se vaya realmente a utilizar. Aunque si no se hace uso de los todos los kilómetros contratados la empresa hará al cliente un descuento. Además, con esta opción el usuario podrá, al término del contrato, tener la opción a compra, devolver el vehículo o bien establecer otro contrato por un vehículo a estrenar. Todo depende del uso que se dé al coche para decantarnos por renting o compra, ya que si utilizamos el vehículo esporádicamente la opción del renting no compensa demasiado.

En cambio, con la compra el usuario deberá desembolsar primero una serie de costes iniciales. Por ejemplo, el coste del transporte del vehículo al concesionario en caso de que no haya el modelo solicitado, una gestión que suele rondar los 300 euros, aunque depende del concesionario. También deberá afrontar el impuesto de matriculación -dependiendo de las emisiones de CO2 del vehículo-, el coste de matriculación para la licencia, la placa de la matrícula, el impuesto de circulación, el seguro, etc. Mientras que con el renting se puede elegir la opción de seguro a todo riesgo y evitarnos sorpresas de los seguros.

Para aquellos que no necesiten utilizar el coche diariamente y quieran desplazarse puntualmente por la ciudad la opción más recomendable es el alquiler con empresas como Car2go o Uber.

Con todo, con la disminución del poder adquisitivo de las nuevas generaciones, las garantías que ofrece el alquiler y la despreocupación que ofrece al usuario sobre las gestiones y gastos de mantenimiento, la opción del alquiler está cada vez más en auge.